Abrimos el refrigerador y lo que tenemos es el mundo entero. Si pudiésemos ver toda la historia de las cosas solo al tocarlas podríamos valorar realmente lo que llevamos a nuestro cuerpo, lo que aceptamos en nuestra vida. El enmascaramiento de esta realidad y la aceptación de la idea del producto sin el sufrimiento es uno de los grandes aliados del sistema a base animal.

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Esta comodidad no puede ser descartada como un mero antojo egocéntrico. Desde el punto de vista de la Experiencia de Usuario, debemos tratar de estar donde el público está, usar sus caminos y sus formatos. Al final, mas que ver la realidad lo que se espera es un producto alimenticio que cumpla ciertos requisitos de sabor, temperatura, consistencia, nutricional.
El impacto ambiental de la producción animal es un tema ampliamente estudiado y discutido en la literatura científica y en informes de organizaciones internacionales.
La producción de carne, especialmente la carne de res, tiene un alto impacto ambiental en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, uso de agua y deforestación. Según el informe de la FAO “La larga sombra del ganado” (2006), la producción de carne contribuye significativamente al cambio climático, representando aproximadamente el 14,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
La cría intensiva de animales para la producción de carne puede involucrar prácticas que plantean preocupaciones sobre el bienestar animal. Organizaciones como la World Animal Protection y la Humane Society International brindan información y estudios sobre las condiciones en las que se crían y sacrifican los animales de granja.
Existen cada vez más opciones de alimentos alternativos a base de plantas que ofrecen una alternativa más sostenible y ética a la carne. Estos productos, como las hamburguesas vegetales y los sustitutos de carne, están ganando popularidad y están respaldados por investigaciones y desarrollos en la industria de alimentos.



