Reportaje, Turismo en Chile

Concentración digital: La lucha por la soberanía tecnológica del turismo en Chile

“En el siglo XXI no se viaja. Se reserva. Y lo que no se reserva, no existe.” Esta frase es la síntesis del drama contemporáneo del turismo. En un mundo gobernado por interfaces, filtros y estrellas, lo que no está online no entra en la imaginación del viajero. Lo que no aparece en la primera página de Booking o Airbnb, simplemente no sucede. Lo que alguna vez fue un ritual de confianza —llamar por teléfono a una tía lejana, anotar una dirección en una libreta, seguir la recomendación del conductor del bus— hoy está mediado por algoritmos, sistemas de reputación y un puñado de plataformas con control absoluto sobre la visibilidad, el precio y la narrativa. 📈 Radiografía nacional: más viajes, menos diversidad Según cifras de SERNATUR (2024), el turismo interno en Chile aumentó en un 23,4% entre 2022 y 2024. Este auge, impulsado por una recuperación postpandemia y el fortalecimiento de programas como “Chile es Tuyo”, no ha sido homogéneo: mientras destinos como San Pedro de Atacama, Torres del Paine o Pucón concentran el 62% de las búsquedas en Google (Google Trends Chile, 2024), centenares de pequeñas localidades siguen sin visibilidad ni acceso a los flujos turísticos. Esto no es casualidad. Un estudio de la Universidad de Santiago (CITUR, 2023) reveló que más del 85% de las decisiones de viaje en Chile se toman en entornos digitales, y que un 72% de las reservas se realizan a través de plataformas extranjeras como Booking, Airbnb o Despegar. 🌍 Los amos de la reserva: una concentración silenciosa Booking Holdings Inc. controla cerca del 74% del mercado global de reservas de alojamiento en línea (OECD, 2023), incluyendo marcas como Kayak, Agoda, Priceline y Rentalcars. Su CEO, Glenn Fogel, ha declarado que “Booking empodera a millones de pequeños alojamientos en el mundo” (Skift Forum Europe, 2023). Pero diversos informes contradicen esa retórica. Un informe de la European Commission on Digital Markets (2023) advirtió que la posición dominante de estas plataformas reduce la competencia local, impone comisiones de hasta un 25% a los hospedajes y limita la posibilidad de negociación de pequeños operadores. La mayoría de los hoteles pequeños en Chile, por ejemplo, no tienen acceso a herramientas de puja publicitaria dentro de la plataforma, quedando relegados a posiciones bajas salvo que paguen por visibilidad. Airbnb, por su parte, ha sido objeto de numerosas críticas por su efecto en la crisis de vivienda urbana. En Valparaíso, un estudio liderado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso (2024) reveló que el 35,7% de las viviendas de uso residencial en el cerro Alegre y cerro Concepción se destinan a arriendo turístico. Este fenómeno ha sido identificado como un factor de presión al alza en los precios de arriendo a largo plazo, generando desplazamientos de población residente y pérdida de tejido barrial. 🤖 ¿El problema es la tecnología o la concentración? Este dilema atraviesa el debate contemporáneo sobre economía digital. La tecnología —plataformas, APIs, motores de búsqueda— no es en sí misma el problema. El problema es la concentración. Como sostiene la economista digital Shoshana Zuboff (2019), el capitalismo de vigilancia crea un ecosistema en el cual el control de los datos otorga poder económico, político y simbólico. En turismo, eso significa decidir quién aparece, a qué precio y con qué relato. Según la organización Open Future (2022), el 80% del tráfico turístico digital pasa por cuatro conglomerados tecnológicos: Booking Holdings, Expedia Group, Airbnb Inc. y Google Travel. 🛠️ Desde Chile: Hostora, una alternativa naciente En este escenario emerge una apuesta inesperada. Hostora, un desarrollo de la agencia digital chilena MADAM LATAM, busca crear una infraestructura tecnológica nacional que permita a alojamientos locales ofrecer sus servicios sin intermediarios. “Queremos que la señora que vende sopaipillas en la Carretera Austral pueda tener su ficha digital, su botón de WhatsApp, y su historia contada en su idioma”, explica Esteban Suárez Bruna, fundador del proyecto. Hostora funciona como una plataforma abierta, personalizable y con foco territorial. No cobra comisiones por reserva, permite integrar pagos locales y construye un ecosistema donde el contenido —fotos, descripciones, testimonios— responde a las narrativas locales, no a una lógica estandarizada de estrellas y descuentos. “Queremos ser Chile conectado con Chile”, resume Suárez Bruna. El sitio está disponible en: www.madamlatam.cl/hostora. 📚 Perspectivas desde la academia y la crítica Diversos trabajos académicos coinciden en que la respuesta no está en desconectarse de la tecnología, sino en democratizar su propiedad y uso. El informe “Tourism Digitalization and Inequality” del European Institute of Innovation & Technology (2022) sugiere crear plataformas comunitarias de datos, sistemas de reservas con software libre y alianzas entre municipios y pymes tecnológicas. Por su parte, la investigadora argentina María Laura Sulle, experta en turismo rural, ha documentado cómo la adopción de herramientas digitales propias ha permitido a comunidades indígenas del norte argentino aumentar su visibilidad sin renunciar a su autonomía cultural (Sulle, 2021). 💡 El turismo como soberanía digital Como concluye el investigador alemán Bastian Obermayer: “El viaje del siglo XXI es también una batalla por la infraestructura invisible”. Esto no es solo una cuestión de código, sino de poder. En última instancia, el turismo debería ser una forma de redistribuir el ingreso, revitalizar territorios y promover el encuentro entre culturas. Pero si dejamos que su estructura digital sea controlada por cuatro empresas, lo que obtendremos será una versión algorítmica y empobrecida del mundo. ✊ La revolución será local. Y estará programada en PHP. Este reportaje no tiene moraleja. Tiene una advertencia: o recuperamos nuestra capacidad de narrar, mostrar y conectar los destinos con sus visitantes, o dejaremos que los filtros automáticos decidan por nosotros. Quizás el próximo gran viaje no sea a la Torre Eiffel. Quizás sea a nuestra propia soberanía digital, donde los mapas los dibujemos nosotros. Referencias académicas y oficiales:

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